sábado, 26 de septiembre de 2009

La intimidad transformada





Ya no soy lo que soy sino que soy lo que muestro. Ya no importa tanto lo que haga sino que es más importante que los otros lo vean. Mis gustos, mis actividades, mis pensamientos más profundos: todos pueden conocerlos. Logros, fracasos, sueños, amistades, parejas; pareciera que todo debe pasar por la Web. Mi intimidada ya no es tan mía como antes, ahora puede ser de todos, porque yo decido exponerla y porque puedo hacerlo sin ninguna restricción.

Las redes sociales realmente cambiaron nuestra percepcion acerca de quiénes somos como individuos y cómo interactuamos con los demás. Una pregunta recurrente es si somos y actuamos de la misma manera en la vida real que en la vida virtual. ¿Diría lo que digo si estuviera realmente cara a cara con mi interlocutor? ¿El canal afecta la esencia de la comuniación? ¿ Mis conversaciones y relaciones personales en las redes sociales dejan de ser naturales y auténticas por estar más premeditadas?

Facebook y Myspace, como dos de los mayores exponentes de lo que son las redes sociales, son plataformas en las que cada uno de los integrantes empiezan dejando una marca de su existenica, al registrarse en ellas, y luego es como si prolongaran su existencia en ellas. Son espacios en los que podemos comunicar cada una de nuestras sensaciones; mostrar como somos fisicamente ( por medio de las fotos) y emocionalmente ( por medio de lo que escribimos) e intermediarios capaces de hacernos entablar relaciones con gente tan dispar como similar, lejana pero cercana a la vez. Como muchos especialistas señalan, en este mundo en el que la imagen es la soberana, mostrarse es primordial, es el indicio de que existimos y la manera en que lo hacemos determina nuestro éxito o fracaso. Asimismo, las redes sociales hacen que el mundo parezca cada vez más pequeño, podemos conectarnos con personas de lugares sumamente lejanos ya que el espacio físico no es un impedimento.

La primer red social: classmates.com, se creó con la finalidad de que antiguos estudiantes de escuelas, institutos o universidades se pudieran reecontrar. Mark Zuckerberg creó Facebook para facilitar el contacto entre sus compañeros de universidad, que pasaban la mayor parte del día conectados a Internet. De todos modos, esa primera motivación se fue desarrollando cada vez más ya que las personas comenzaron a utilizar estas redes para un sinfín de actividades. En las redes sociales las personas se convierten en voyeurs de la intimidad de los demás, mientras observan los álbumes de fotos y son partícpes de la vida de esos extraños. Además, se unen, en los famosos grupos, con personas que comparten sus mismos intereses e ideas, ya sean artísticos, políticos, sociales o ambientales. La diversidad de los grupos y la manera en que se utilizan es sorprendente. Pareciera que existe un grupo para cada gusto, inquietud o causa. Lo importante es que todos podamos expresar lo que pensamos, que tengamos voz y que podamos conseguir adeptos que piensen como nosotros y se quieran unir a nuestras causas.

Estar en contacto, no perderse de nada, saber contínuamente lo que está suciediendo en la esfera social, enterarse de las viscisitudes de los demás y, por supuesto, comunicar las nuestras. No sólo los adoslescentes sino que también los adultos ya utilizan estas redes para construir o complementar su vida social. Y, obviamente, surgen los problemas. Personas que se vuelven adictas a este tipo de contacto, que pierden dimensión de la capacidad de exposición que poseen y que no toman en cuenta los límites necesarios que deben existir al exponer elementos personales. Personas que no pueden vivir sin saber lo que hacen los demás y que no consideran que al decir cualquier cosa o mostrar cualquier cosa se pueden perjudicar no sólo a terceros sino que a ellos mismos. La intimidad cada vez se diluye más o, mejor dicho, se transforma en una diferente. En una intimidad cuya condición es mostrarse para confirmar que sí existimos.

Ahora bien, depende de la responsabilidad y del sentido común de cada persona saber hasta qué punto es conveniente exponerse y qué cosas deberían guardarse. No hay que criminalizar a las redes sino a su mal uso. Volverse obsesivo por los comentarios o las fotos que aparecen, permanecer sujeto a relaciones virtuales que jamás trascienden esa virtualidad o estar anclado a lo que hacen nuestras parejas en las redes es un indicio de que no estamos capacitados para utilizarlas. Las redes sociales deberían constituir un complemento para que podamos comunicarnos mejor o perdamos ciertas inhibiciones o podamos reecnontrarnos con antiguos amigos pero no pueden ni deben constituir la totalidad de nuestra comunicación. El cara a cara no se puede perder y, de hecho, jamás se perderá porque sin relaciones interpersonales no somos personas.

Cambios tecnológicos van a seguir surgiendo y cada vez serán más las nuevas tecnologías que van a moldear nuestra vida. Sin embrago, aunque cambien las formas la esencia de la comunicación continúa siendo la misma. El fenómeno de las redes sociales es increíble por la magnitud de ususarios que ha acaparado. Ese número demuestra que, sin lugar a dudas, hay un enorme deseo de estar en contacto, de conocer más gente y de exponerse. No obstante, debemos aprender a utilizarlas moderadamente y con precaución para que sean una manera positiva, productiva y complementaria de mantenernos enlazados en un mundo dinámico y en constante cambio.

1 comentario:

  1. CECILIA, TE FELICITO. HAS HECHO UN BUEN TRABAJO EN CUANTO A LA SELECCIÓN DE LAS FUENTES Y EL POST SOBRE EL TEMA. POR AHI SE VUELVO MÁS DIFICIL LEERLO EN TRES PARTES, PERO NO PIERDE MÉRITO.
    SALUDOS

    ResponderEliminar